domingo, 20 de diciembre de 2015

El Gordo



     Este relato lo escribí para el taller literario de Literautas. Los requisitos eran que apareciera la frase:"El sobre estaba vacío", y una longitud máxima de 750 palabras.

El Gordo

Frank miró al gordo a los ojos. Esos ojos acojonarían a cualquiera, no en vano El Gordo era el mayor hijo puta de la costa Este. Un tipo duro, de los de antes, uno de esos que no se andan con chiquitas. El Gordo había forjado su imperio mafioso sobre un reguero de sangre que corría por la mitad de los Estados Unidos. Sus negocios abarcaban desde la extorsión, hasta el tráfico de armas, pasando por la trata de blancas. Nunca droga, El Gordo no quería drogas en sus calles, era algo que odiaba a muerte, no en vano había sido lo que llevó a su hijo al largo viaje.
— Mira Frank, se que eres un buen chico, de los mejores que tengo— El Gordo agarró a Frank por los pelos de la coronilla—, pero no soporto que me mientan, y tu lo estás haciendo.
— No Gordo…— Frank tragó saliva—, no te miento, no tengo nada que ver con esa mierda.
El Gordo depositó delante de las narices de Frank, una bolsita de coca. Su cara reflejaba el asco que sentía. A Frank le dio por pensar que era curioso ese hombre, se asqueaba por la coca, y era frío como un témpano a la hora de matar. Definitivamente, El Gordo era un hombre curioso, definitivamente El Gordo le mataría esa noche.
— De veras Gordo, no tengo nada que ver con eso —lloriqueo Frank.
El Gordo lo miró con desprecio, e hizo un gesto a El Largo Mike. Ese hombre era la antítesis de El Gordo. Delgado y alto, golpeaba a sus víctimas con saña. Sus ojos no reflejaban ninguna emoción durante las palizas que su amo le encargaba propinar. El primer golpe tumbó a Frank, que cayó desmadejado al suelo. Luego vinieron las patadas, Frank creyó notar que se le rompía una costilla, el dolor era inmenso y no le dejaba respirar. A una señal de El Gordo cesaron los golpes.
— Frank, Frankkk, te aprecio, de veras. Mira — dijo sacando un sobre del interior de su chaqueta—, aquí están las pruebas. En el interior de este sobre está todo lo que necesito saber. Este sobre te llevará al fondo de la bahía, cargado con un collar un poco.. como diría.. pesado, sí esa es la palabra, muyyy pesado.
— No Gordo, por favor — suplicó Frank—. No he hecho nada ¡tienes que creerme!
El Gordo le soltó una bofetada, el gran anillo que le señalaba como jefe de la mafia, dejó su sangrienta huella en el rostro de Frank.
— Sabes que soy compasivo, y comprensivo con los fallos de mis “trabajadores”, pero debes confesar Frank, porque sino…
El Gordo hizo una señal al Flaco que comenzó a golpear sin compasión. Frank trataba de protegerse con sus brazos, tapando su cuerpo como podía, encogido de dolor en el suelo. Los golpes cayeron uno tras otro, amoratando músculos, rompiendo huesos y saltando dientes. Frank quedó reducido a una triste y temblorosa figura tirada en el suelo. Ahogado en su propia sangre intentó articular palabra con gran trabajo. El Gordo se agachó a su lado y lo acunó protectoramente.
— Dime Frank, dime lo que quiero saber.
— Lo siento Gordo, yo no quería… necesitaba dinero y..
— Ya, ya, no te preocupes Frank, lo entiendo. Gracias por sincerarte conmigo, te respeto, de veras que lo hago. Ahora te voy a dejar sólo, para que recapacites sobre lo que has hecho, después hablaremos de tu penitencia, y finalmente volverás a ser el de antes, no te preocupes, sabes que soy compasivo.
— Gracias señor, muchas gracias —pudo decir a duras penas Frank.
El Gordo y su matón salieron del pequeño cuarto en el que había sucedido todo. Frank quedó tirado sobre el suelo, en medio de un charco sanguinolento. De pronto sus pupilas se dilataron, allí estaba el puto sobre. Se arrastró como pudo, el costado le dolía terriblemente, moriría si no iba pronto a un hospital, pero El Gordo no le dejaría morir, había confesado su culpa, volvía a ser de los suyos. Al fin alcanzó el sobre, tras muchos esfuerzos consiguió abrirlo. El sobre estaba vacío, ¡el puto sobre estaba vacío! A Frank se le aflojó el esfínter << joder, joder, El Gordo no tenía nada y he confesado, joder ¡he sido un estúpido! >> La puerta se abrió,  Frank apenas vio venir la bota del El Largo, después todo se apago, para siempre…

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